Relatos docentes - La escritura

María Jimena Soria, docente de 7º de la escuela 22 DE 13 comparte una propuesta sobre escritura. Agradecemos su envío y lo compartimos con los lectores. ¿Cuál es la receta para empezar a escribir? ¿cómo poder sortear el desafío de encontrarse ante la hoja en blanco?. Es el vacío, es pensar cuál es la palabra mágica que permita poder plasmar mis ideas, mis sentimientos, mi propia marca. Pero más complejo aún es acompañar esos miedos, es incentivar el animarse a transitar ese proceso, a estimular los errores, el seguir adelante, los silencios, los borbotones de palabras o los ecos que resuenan sin encontrar compañía. Es en tanto, proceso complejo para el que escribe, como para el que acompaña y debe orientar esos miedos, frustraciones, broncas o por que no también satisfacciones. No tengo respuestas precisas, ni pasos a seguir como instructivo certero; pero me parece que quizás una posibilidad es compartir la propia experiencia al escribir con todo lo que eso conlleva, compartir las tachaduras, los borradores, las listas de palabras, lo que puede inspirar cuando las palabras no llegan, el animarse… Sin embargo, el proceso es único para cada uno, donde se debe enfrentar con sus propios fantasmas, encontrar las coordenadas para dibujar el recorrido para mostrarse que es posible hacerlo, que lo importante es animarse. Y lo mágico es que esa situación se retroalimenta crea en el que enseña la transmisión de recordar que es un proceso difícil, que debe ser acompañada, donde deben ser puestos los andamios para poder hacer, para poder escribir de la única forma posible de aprender a escribir, que es escribiendo. Pero, a pesar de saberlo me interpelo: ¿puede transmitirse la emoción de ver un proceso de aprendizaje en palabras o solo puede entenderse pudiendo vivirlo? Pudiendo sentir erizarse la piel ante los logros, ante el recorrido inicial de no poder expresar una idea propia, una justificación, hasta de no reconocer los grafemas a usar y poder luego ser testigo de una reflexión, de un impulso de escritura propio que lleve a corregirse, a leerse, a volver sobre el para darle forma como hace el escultor con la arcilla cuando la moldea. Es imposible encontrar palabras, como así percibir la gran complejidad que es para un escritor inexperto encontrarse frente a la hoja en blanco, los temores si bien tácitos podían percibirse; y me parece que es ahí donde uno debe desnudar su interior también. Compartir las experiencias, las dificultades que se suelen tener y las estrategias para sobrellevarlas; es ofrecer la mano para empezar a caminar, ir soltándola de a poco, volver a darla y por qué no ir quedando atrás para estimular la marcha hacia adelante, para adquirir autonomía en el sujeto de algo que va más allá de la actividad en sí misma, y que es aprender a confiar en sí mismo. Docente: María Jimena Soria – 7° C Escuela 22 DE 13° - Agosto 2014